Artículos de opinión

Pasado un año y medio de las elecciones autonómicas extremeñas, todo el ciclo electoral y estallada la repentina burbuja de partidos ‘regionalistas’ en Extremadura, el espacio extremeñista se encuentra en un escenario similar a los periodos entre elecciones antes vividos, si bien hay margen para mejorar y cambiar dinámicas que hace una década eran impensables. Me gustaría contribuir con algunas reflexiones e ideas dirigidas a la práctica totalidad del extremeñismo.

Hace falta más trabajo intelectual, pedagogía y persuasión. No por ausencia de referentes, memoria o textos, si no por falta de estudio, desarrollo y debate, siendo difícil encontrar un esfuerzo constante y militante en este sentido desde el acceso a la autonomía extremeña, a excepción de las aportaciones de estudiosos y estudiosas de la Historia contemporánea de nuestra Universidad. Si hasta tenemos que decir que Antonio Elviro Berdeguer es el Blas Infante extremeño para que tanto propios como ajenos se hagan una mínima idea de quién es y qué aportó a Extremadura.

Son más necesarios que nunca análisis del comportamiento político y social del extremeñismo, de las organizaciones sociales y políticas y de la opinión pública extremeña en lo que se refiere a la manifestación de su identidad y su forma de entender Extremadura. El desarrollo teórico, militante o no, es imperativo para evitar que cualquier personaje con capital social, económico o mediático se convierta de la noche a la mañana en representante del regionalismo.

Si se consiguiera responder claramente a las preguntas qué es el extremeñismo y qué aporta de manera distintiva a nuestra tierra, posteriormente tendríamos que hacer un enorme esfuerzo en todo el espacio público extremeño de pedagogía y persuasión, que aterrice este pensamiento como generador de alternativas sociales y políticas para los problemas presentes y futuros de Extremadura. Este esfuerzo intelectual, pedagógico y persuasivo se pospone generalmente por falta de recursos, que casi siempre, suelen ser personales, pues es una empresa tradicionalmente minoritaria y agotadora. Ǫue se lo digan a Elviro Berdeguer.

Los partidos políticos extremeñistas cuentan ahora con un periodo entre elecciones como ocasión perfecta para construir un marco teórico que permita entender, así como un programa social y político desde la perspectiva extremeñista. Las organizaciones sociales como Extremeñería no tienen esta excusa, pues su tarea no es presentarse a una elecciones pero sí crear un espacio permanente de construcción, difusión e influencia social.

Hay que pisar la tierra que se dice defender. El espacio sociopolítico extremeñista, aunando izquierdas y derechas, es minoritario y no termina de crecer más allá de la burbuja de las redes sociales. En román paladino, aquí nos conocemos todos y sabemos de qué pie cojeamos cada uno y cada una. Es característico de este espacio la pésima o nula implantación territorial, con la excepción, en términos estrictamente cuantitativos, de la federación Extremeños. Insisto, cuantitativos.

Ahora las redes sociales, cuando no las coaliciones de intereses electoralista, son el artificio para la supervivencia entre elecciones de los partidos extremeñistas, que con un discurso reactivo más que propositivo en la actualidad política, logran mantener hasta ahora, sus minoritarias estructuras.

Los recursos escasos necesitan ser orientados en la medida de lo posible a reunir a la ciudadanía extremeña en espacio de debates atractivos. No necesariamente han de ser espacios de debates sesudos y, entonando el mea culpa, en algunas ocasiones, cansinos para la gran mayoría. Los actos populares como la organización de comidas o meriendas, concursos literarios o cinematográficos, conciertos y festivales de nuestra música patria (tradicional y contemporánea), son eventos que hacen a veces más por crear una comunidad solidaria que definir las líneas ideológicas del extremeñismo en una mesa redonda. Si todo esto estuviera fuera del alcance de las actuales organizaciones extremeñista, sencillamente éstas podrían movilizarse para ocupar las plazas y calles, visitar los barrios y pueblos y vivir toda forma de manifestación política, social y cultural extremeña a su alcance.

Uno de los objetivos de cualquier organización extremeñista hoy, sea un partido o una asociación, consiste en ser un espacio de participación lo suficientemente atractivo y acogedor como para no convertirse en una estructura podrida esperando la extinción. Antes de eso, la mejor opción es la disolución voluntaria. Se necesitan organizaciones operativas y activas, no muertos vivientes.

Más innovación y originalidad. Este espacio ha caído en la tentación de imitar organizaciones regionalistas y nacionalistas del resto de la península con distinto grado de éxito pero en contextos regionales totalmente distintos. A veces, se puede entender como algo común: Extremadura no está ni ha estado en la vanguardia de la defensa de la identidad y del autogobierno en términos históricos comparados, dicho sea, sin desmerecer nuestro hitos históricos como pueblo y el esfuerzo intelectual previo.

Imitar slogans, colores corporativos e incluso logos responden más a aspiraciones ideológicas frustradas que a un horizonte innovador y original aplicado a la realidad extremeña. Tan importante fue el Bloque Popular Extremeño, o puede ser Nuevo Extremeñismo, como extremadamente minoritario y poco transformador, dificultades impuestas aparte. Tan importante fueron los seis diputados de Extremadura Unida tras las elecciones autonómicas de 1983, como escasa su repercusión y agónico su proceso actual de extinción.

Ante la ausencia de estrategia y objetivos de manera generalizada, hay iniciativas que marcan tendencias en este espacio, y, a falta de recursos sobre el terreno, buena es la innovación comunicativa en redes sociales. Evidentemente, no solo basta eso. Si esto se acompaña de un progresivo y creciente número de actividades sobre el terreno, en las comarcas y en los pueblos, ya se habrá hecho mucho más en los próximos tres años que en la última década. Ahora bien, no tiene nada de innovador y original la bronca y estar regañando por redes sociales, que puede dar muchos seguidores, retuits y me gustas por la dinámica que se premia, pero no da ni socias ni socios ni votantes ni mucho menos ayuda a enseñar, persuadir y ampliar el espacio.

La comunicación cercana y adaptada a las dinámicas de cada red social, pasar de la reacción a la actualidad político-social a la propuesta en la actualidad, reivindicar estas propuestas en el espacio público extremeño (marchas, manifestaciones, debates, …etc), explicar el programa o las ideas básicas extremeñistas en barrios y pueblos de Extremadura e informar de estos eventos en redes, son algunas ideas básicas a seguir para este próximo curso político para todas las organizaciones extremeñistas.

Autonomía orgánica y estratégica. Permitidme que ahora os hable en primera persona del plural. Un grupo de extremeños y extremeñas allá por el 2020 debatíamos sobre el estado de la cuestión que hoy repaso en estas líneas. Concluimos, entre otras cosas, que era necesario crear e impulsar espacios ideológicos próximos, pero de naturaleza orgánica y estratégica radicalmente distinta. Teníamos claro para ambos espacios, uno de orientación político-electoral y otro de orientación político-social y cultural, que debíamos trabajar radicalmente en la independencia mutua, pero también en la autonomía orgánica y estratégica de los partidos de ámbito estatal que, en un contexto electoral, verían jugoso el impulso eminentemente joven de nuevos espacios sociopolíticos. De aquella conclusión, solo se concretó en su idea original lo que hoy es Extremeñería, una asociación regional que se ha orientado a ser abierta, plural y colaborativa con las instituciones y partidos políticos, autodefiniéndose poco a poco como extremeñista y progresista en términos generales. El debate sobre el apartidismo de Extremeñería fue y todavía es hoy central, unas veces frente a partidos de ámbitos estatal y otras veces frente a partidos del espacio extremeñista. Convencidas y convencidos en todo momento, de que el asociacionismo extremeño debía de tener una relación más crítica con los partidos e instituciones, a pesar de las facilidades colaborativas que dieran unos u otros.

Esta reflexión partía de la conciencia de ser minoría, de no querer ser cuatro gatos, de no querer repetir lo que denominamos los males del extremeñismo y de que las ideas extremeñistas habían sido asumidas por las organizaciones políticas estatales para un uso legítimo, pero que considerábamos que obedecían más a intereses contextuales y espurios. Para ello, necesitábamos organizar el pensamiento extremeñista y los pocos recursos personales creando distintos espacios de trabajo manteniendo la autonomía, para así no renunciar ni la vía electoral ni a la vía social, pues éramos conscientes de que la identidad extremeña se manifiesta tradicional y mayoritariamente en su vertiente cultural, necesaria pero insuficiente para crear un marco social y político alternativo para Extremadura. De esta manera, mientras se preparaba la vía electoral sobre estructuras partidistas preexistentes con la necesaria actualización, no se renunciaba a la capacidad de persuasión social y de influencia política desde la sociedad civil extremeñista. Este objetivo se cumplió con creces en lo referido autonomía mutua, tanto que en lo que se refiere a la vía político-electoral, varios de ese grupo acabaron en las listas de los distintos partidos de aquella explosión regionalista de 2022 y 2023, lo que dificultaba enormemente intentos de influencia desde los partidos extremeñistas sobre Extremeñería. Por esta misma razón, no se consiguió construir una alternativa político-electoral extremeñista tal y como se había pensado.

Hoy, el mantenimiento de la autonomía estratégica y organizativa sigue interpelando a las organizaciones partidistas, nuevas y viejas y las nuevas organizaciones sociales del extremeñismo. Por un lado, se plantea un problema claro de diferenciación entre organizaciones extremeñistas ante tal cantidad de marcas, especialmente cuando se trata de un espacio minoritario y dado a la militancia endogámica, esto es, a ocupar puestos de responsabilidad en varias organizaciones extremeñistas. Por otro lado, las relaciones con partidos de ámbito estatal o partidos nacionalistas hegemónicos en sus territorios dificultan la diferenciación del espacio político extremeñista del resto de izquierdas y derechas estatales. Las alianzas sanas y sinceras se tienen que pensar desde el proyecto propio.

Si en 2020 estuvimos en lo cierto, ofrecer alternativa de participación ciudadana en distintas organizaciones extremeñistas podría conducir a una expansión de la ideología extremeñista y sus valores culturales; con el paso de los años y con un trabajo sostenido en el tiempo creíamos que era posible alcanzar y hacer atractivo ese nuevo marco ideológico extremeñista. Lo que no contábamos era con tantas organizaciones que en 2023 tuvieran las sílabas Extre- en su nombre, al margen de las marcas que viven del oportunismo y del sentimiento artificioso de agravio entre provincias.

El problema es claro en el caso de los partidos políticos extremeñistas. Es el tiempo de buscar formas de federar o fusionar organizaciones a medio construir y sin mucha más voluntad que mantener el nombre en el Registro de Partidos.

Faltan nuevos líderes y lideresas. Hay que agradecer a Antonio Granero que pusiera la cara y se pateara Extremadura para hacer campaña regionalista. Al margen de su lamentable performance al estilo Frank de la Jungla y su entendimiento del extremeñismo de una manera ultraconservadora, trumpista y antipolítica, al menos se movió y puso la cara, con la ayuda del capital mediático adquirido previamente como reconocido cocinero en la televisión pública autonómica.

Eso no quiere decir que no haya habido caras hasta ahora (por favor, guarden las piedras en este momento), pero el éxito de Granero como cabeza de lista tiene que hacer reflexionar sobre dos aspectos que considero importantes en este espacio. En primer lugar, ante la debilidad ideológica y organizativa, no es sorprendente la facilidad que puede tener cualquiera con algo de dinero en erigirse como adalid y representante del regionalismo, ignorando organizaciones preexistentes y siendo la peor expresión de la antipolítica. En segundo lugar, si la memoria colectiva no es tan corta, cabe pensar en la posibilidad de que en el imaginario colectivo extremeño actual, cuando alguien piense en regionalismo o extremeñismo, lo más probable es que piense en él, antes que en otros regionalistas mucho más experimentados como Pedro Cañada (Extremadura Unida) o Estanislao Martín (PREX – Extremeños), que aun no sabiendo cuando retirarse a tiempo, han puesto el esfuerzo personal y hasta la propia salud, en los hasta ahora partidos regionalistas extremeños más exitosos, teniendo en cuenta el histórico de diputados, concejales y porcentaje de voto. No hace falta un liderazgo mesiánico, pero sí que se empiecen a dar a conocer nuevas caras en un liderazgo coral, que ponga el proyecto colectivo por delante de personalismos y personajes.

Me detengo ahora en el liderazgo femenino, pues vistas las cabezas de lista de candidaturas regionalistas en las últimas elecciones autonómicas parece que el extremeñismo es un campo de nabos. El extremeñismo adolece históricamente de ser un espacio mayoritariamente de hombres a pesar de los esfuerzos de algunas organizaciones. Con todo, señalando que el espacio es eminentemente masculino, no quisiera invisibilizar con estas líneas a mujeres extremeñistas como son Gemma Gañán, exvicepresidenta de Extremeñería, Mónica López, presidenta de Nuevo Extremeñismo o la teniente de alcalde en Belvis de Monroy, Kenia Ceciliano.

Cabe abrir un tiempo de renovación interna y de empuje de nuevos liderazgos que sepan entender las necesidades de Extremadura y de sus pueblos, que se atrevan a formarse en capacidades comunicativas y en el manejo del discurso tanto en el terreno online como offline. Para ello también hay que hacer atractivos esos mismos proyectos. Este punto del texto interpela a organizaciones tanto sociales como partidistas dentro del extremeñismo.

Proyecto colectivo por encima de la suma de individualidades. El aspecto de las individualidades tiene varias facetas en las organizaciones extremeñistas. El primero es constatar que se necesitan organizaciones nutridas de gente que quiera aportar su experiencia personal a unos objetivos comunes debatidos y votados por la mayoría del órgano decisorio de turno. No se necesitan organizaciones que sirvan de marco para que cada individuo hable y participe de lo suyo.

El segundo es señalar que el regionalismo extremeño, que no todo el extremeñismo, muchas veces se ha nutrido de rebotaos de otros partidos que no han encontrado su hueco en los dos grandes nacionales que han dominado la política extremeña, que han sido expulsados de sus organizaciones o que han decidido irse de otros partidos regionalistas. Esto abre la puerta a oportunismos y confusión social sobre las alternativas extremeñistas.


Los cambios de opinión y la evolución ideológica personal son cosas legítimas y naturales, pero no creo que una persona que ha estado en tres o cuatro partidos previamente sea capaz de impulsar una propuesta regionalista honesta con este marco ideológico. ¿Se acuerdan de María Victoria Domínguez, fundadora de Unión del Pueblo Extremeño, previamente militante y concejal del Partido Popular y posteriormente, artífice de la fusión de su ‘partido’ regionalista con Ciudadanos del cual fue Portavoz en la Asamblea de Extremadura entre 2015 y 2019?

Los viejos regionalismos son especialistas en la perpetuación del liderazgo. Extremadura Unida es liderada desde 1980 por Pedro Cañada, sea como secretario general o presidente, el más veterano de los regionalistas en este momento a sus 88 años de edad. Estanislao Martín, uno de los fundadores en 1990 del Partido Regionalista Extremeño (PREX) junto con un grupo de jóvenes hartos precisamente de la dinámica interna y falta de renovación de Extremadura Unida, lidera el partido desde entonces y posteriormente, la federación en la que se integró, Extremeños, de la misma manera que Cañada, sea como secretario general o presidente. ¿No ha habido tiempo para generar nuevos liderazgos? ¿Siempre han salido rana como se dice habitualmente?

Puede que la poca capacidad de dar un paso atrás o adelante decididamente se encuentre detrás del extremeñismo matrioska. Sea por debilidad de las estructuras partidistas o de los pesos y contrapesos internos, sea por la falta de formación de cuadros y liderazgos o, espero que no, sea por la visión patrimonialista de los líderes sobre las organizaciones que lideran, no ha habido una renovación efectiva de sus órganos en décadas. Es un hecho y, pasado tanto tiempo, caben pocas excusas.

Las nuevas organizaciones, sean partidistas como Nuevo Extremeñismo o Extremeñistas, o sociales como Extremeñería u OSCEC, pueden adolecer de la misma problemática si sus ejecutivas no encuentran la manera de renovar los liderazgos por problemas de naturaleza similar a la de los viejos regionalismos. Por eso es fundamental el ensanche militante de todas estas organizaciones extremeñistas y, como no, la formación de compañeros y compañeras que quieran lanzarse a otros niveles de participación.

Para finalizar, a estas alturas, imagino que leyendo estas líneas el desánimo invade la mente. Sin embargo, hoy el margen de trabajo vuelve a ser mayor, hay organizaciones aquí mencionadas que se siguen moviendo. Ǫue creen que se pueden hacer las cosas de manera diferente. Obviamente, aludidos o aludidas y no aludidos estarán de acuerdo en que no toda organización asume de la misma manera los puntos aquí analizados. Por ejemplo, a mi modo de entender Extremeñería es el espacio idóneo para la tarea de refuerzo e indagación teórica, al mismo tiempo que trata de influir social y políticamente en instituciones y partidos. Los partidos viejos tienen la tarea de buscar liderazgos nuevos y corales, aprovechando las estructuras establecidas, con una necesaria renovación y adecuación al tamaño real de estas organizaciones. Los partidos nuevos, ya habrán comprobado que para que el proyecto funcione se necesita trabajar más allá de los meses previos a las elecciones y de las redes sociales o que esta empresa es costosa y necesita de un esfuerzo colectivo constante, así como de una organización de los escasos recursos de manera estratégica. Las organizaciones extremeñistas no pueden ser nichos basados en el fondo en personalismos y personajes. Si después de todo, solo queda eso, hagan el favor de no continuar, de dar un paso atrás o impulsar a otras compañeras y compañeros, de disolverse o sumarse a otros proyectos próximos y de manera coherente. Semos pocos, no lo olviden.

Rubén Cuéllar Rivero
Socio de Extremeñería

Este blog constituye un espacio de exposición y debate para el pensamiento extremeñista, donde los autores y autoras reflejan libremente sus ideas, sin que necesariamente coincidan con la posición de Extremeñería como asociación.

(1) La referencia al extremeñismoo espacio extremeñista en este texto se entiendo como concepto marco que abarca a aquellas organizaciones que se definen como regionalistas, las mayoritarias, o como aquellas organizaciones que se definen como nacionalistas extremeñas, las minoritarias, se orienten a izquierda o a derecha.