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¿Sabes quién fue Antonio Elviro Berdeguer? ¿Escuchaste alguna vez su nombre?

Probablemente nadie te habló de esta figura antes o no conoces demasiado su vida ni su pensamiento. No es extraño, se han esforzado durante décadas para que así sea. Sin embargo, recuerda su nombre a partir de ahora, su memoria es imprescindible para construir un futuro digno para Extremadura y su gente.

Antonio fue un médico rural comprometido socialmente y un emigrante retornado, enamorado de sus raíces. Escritor y militante, extremeñista y socialista. Azote del caciquismo y la corrupción de la Restauración. Convencido regeneracionista y pluma aguda en defensa de los derechos de la clase trabajadora. Su figura siempre quemó y molestó en las manos de los poderosos. Y, por ello, fue condenado a la represión, primero, y al olvido, después.

Quienes quisieron dejar (y dejaron) todo atado y bien atado buscaron ahogar su voz y ocultar sus palabras durante la larga noche de la dictadura franquista. Quienes concebían Extremadura como cuna de una supuesta “hispanidad imperial” y, al mismo tiempo, como tierra de miseria secular, no estaban interesados en mantener vivo el ejemplo de figuras rebeldes. Para quienes tomaron las riendas del poder más tarde, la figura de Elviro Berdeguer tampoco fue precisamente cómoda. Sin duda, la democracia y el régimen autonómico actuales también han sido profundamente injustos con su memoria.

La autonomía extremeña se construyó sobre una buena carga de desmemoria. La institucionalidad desactivó el potencial de una memoria extremeñista, popular y rebelde: olvidó la figura de Antonio Elviro Berdeguer (sí, también lo hizo su propio partido), al mismo tiempo que las luchas campesinas del 25 de marzo de 1936. Ambos, personaje y colectivo ejemplificaron las luchas de un pueblo extremeño crítico y rebelde frente a las injusticias, muy lejos del manido tópico de una comunidad históricamente inclinada hacia la sumisión y la resignación.

Un extremeñismo popular basado en la lucha por la tierra, la justicia y la dignidad representó una combinación peligrosa para las oligarquías y mereció un escarmiento violento y ejemplarizante, como demuestran no solo el fusilamiento de Elviro Berdeguer y las brutales matanzas en ciudades y pueblos extremeños durante la guerra civil, sino las largas décadas de silencio. El fascismo mató y el olvido y la impunidad hicieron el resto.

De esta forma, robaron la memoria del pueblo extremeño y nos condenaron a la orfandad y la desorientación en una tierra donde siempre han faltado símbolos y referencias de empoderamiento y autoestima colectivos. Las consecuencias de ello las experimentamos en Extremadura hasta el día de hoy, caminando sin brújula, siempre esforzándonos por comenzar desde cero, sin conocer y valorar suficientemente lo ya construido por quienes vinieron antes y labraron los surcos de esta tierra. Es necesario repetirlo: sin memoria no hay futuro.

En la actualidad la juventud extremeña, que no se rinde, pretende retomar el testigo de Antonio Elviro Berdeguer y rebelarse contra el silencio y el olvido. Cita su nombra, recupera su obra, estudia su pensamiento, se une para llevarlo a la práctica (como muestra el trabajo de asociaciones como Extremeñería). Se implica y trabaja para recuperar nuestra memoria como pueblo, una memoria incómoda para el expolio o el extractivismo (sea éste de recursos naturales o de mano de obra).

Elviro Berdeguer es extremeñismo, república, lucha obrera y campesina. Pero, es, por encima de todo, esperanza y confianza en un pueblo extremeño que debe volver a levantarse. Su memoria es el hilo perdido que cose y conecta distintas generaciones de extremeñistas que han trabajado y trabajan incansablemente por una Extremadura empoderada, más justa y digna.

Este 7 de diciembre se cumplen 88 años del asesinato de Elviro Berdeguer a manos de las tropas franquistas en Cáceres. En una democracia real para cerrar heridas es imprescindible abrir fosas comunes; garantizar verdad, justicia y reparación, para todas y todos. También para Antonio y tantos otros paisanos y paisanas con quienes la Extremadura de hoy mantiene una gran deuda.

Si todavía no conoces las ideas de Elviro Berdeguer, no te conformes, rebélate. Busca, lee, investiga, difunde. Que su ejemplo no quede por más tiempo en el olvido. Que no nos roben más memoria, la necesitamos para construir un futuro digno en nuestra tierra.

La simiente de la lucha por lo que Extremadura merece descansa en Salorino.

Alberto Hidalgo Hermoso
Politólogo y presidente de Extremeñería.

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