Artículos de opinión

Hablar del Chíviri es hablar de reunión y, por supuesto, de celebración. He vivido esta popular fiesta de mi natal Trujillo desde varias perspectivas, pero la sensación es siempre la misma: es un día de felicidad.

Desde cuando era una cría y todo mi afán era llenar de perrinas la faltriquera; a cuando ya era un poco más mayorcina y el objetivo era pasármelo genial en mis primeros Chíviris con mis amigas; o ya con veintipico me tocaba currar, pasándomelo bien y esperando que el día no fuese muy duro. Incluso hoy, que aun perdiéndome este día (gracias, vida adulta), creo que es un domingo especial, que se puede celebrar desde Madrid. Seguramente mientras lees esto, yo me habré puesto mi pañuelo rojo, mi aperitivo y mi vino extremeño y esté cantando las canciones típicas que habré puesto en YouTube.

A lo mejor, te estás preguntando qué es el Chíviri. Pues es, ni más ni menos, que una de las fiestas más importantes de Trujillo (Cáceres) y si me permitís la licencia, de nuestra región. Se celebra el Domingo de Resurrección, para poner el broche de oro a la Semana Santa con un concepto bastante sencillo: nos reunimos en plaza del pueblo vestidos con los trajes regionales y comemos, bebemos, bailamos y cantamos al son de las canciones que compuso Goro a principios del siglo XX.

“Que Trujillo por las pascuas yo no sé lo que parece, ¡Ay, Chíviri, Chíviri, Chíviri! ¡Ay, Chíviri, Chíviri, Chón!”

El Chíviri, como decía al inicio, es hablar de reunión, porque trujillanos y forasteros nos arrejuntamos en una de las plazas más bonitas de España, con el único objetivo de pasarlo bien. Celebramos la llegada de la primavera y disfrutamos de un día de sol extremeño.

Antiguamente servía también para compartir con las vecinas y los vecinos el producto de la matanza, que, tras el largo invierno y los meses de curación, ya estaba listo. Servía para subir ganado a la plaza y, si la cosa salía bien, para vender o intercambiar algún borrego o choto. Servía también para encontrar moza o mozo, ya que era buen momento para socializar y conocer gente nueva. Servía y sirve, en definitiva, para disfrutar con tu gente, con tu familia y amigas de la tradición trujillana.

El Chíviri es la ilusión de prepará el traje los días previos: el refajo, la camisa, las enaguas, el aderezo y los pendientes. Todo listo para ser la pastora más guapa de la plaza o al menos la que mejor se lo va a pasar.

Es también el revuelo del grupo de amigas, saber quién va este año, quién se lo pierde, qué llevamos de comer… porque sí, al Chíviri uno sube con comida y bebida. El ponche, el pan de pueblo, la patatera, el chorizo o el queso.

Hay quien dice que ahora es un botellón más, porque la plaza se queda llena de basura y que “ya no es lo que era”. Por supuesto, no le voy a quitar la razón a quien dice que deberíamos ser más civilizados y civilizadas y recoger la basura que generamos, que haya servicios de limpieza no significa dejar la plaza como un estercolero.

Pero no, el Chíviri no es un botellón. El Chíviri es folklore, tradición y seña de identidad del pueblo trujillano. El Chíviri es la oportunidad perfecta para darle la bienvenida al buen tiempo y disfrutar de lo nuestro al son de “Trujillo es el pueblo más bello de España y aquél que lo dude que pase por él…

Pilar Retamosa Mateos.

Abril 2023.